Recordando el pasado
Y entendiendo por qué hoy soy quien soy Ya te he contado cómo he respondido a muchas de las situaciones más difíciles de mi vida, cómo me he sentido a lo largo de estos años, y cómo las críticas –esas que duelen más cuando vienen de quienes más deberían cuidarte– marcaron mi camino. Crecí en un ambiente tóxico, donde muchas veces me hicieron sentir invisible, como un mueble más en la sala... una carga, la "entenada", la que sobraba. Y cuando se repite tantas veces esa narrativa, terminas creyéndola. El amor propio no nace en tierra seca, ni la autoestima florece en medio del juicio. Llega un punto en que te preguntas: ¿Por qué nací? ¿Para qué estoy aquí? ¿De verdad valgo algo? Y justo cuando creía que esas preguntas no tenían respuesta, el amor más poderoso que existe se presentó: el amor de mi madre. Mi mamá se acercó y, con toda su ternura, me recordó algo que necesitaba escuchar: que ninguna de esas voces tenía la verdad sobre mí, que yo soy un ser humano valioso, increíble, fuerte, y que un día lo iba a entender. Me pidió que dejara de hacer válidos los juicios de personas que no merecen espacio en mi historia, y que empezara a construir mi propio camino. No ha sido fácil. A veces ese camino se esconde, se complica, se llena de piedras. Pero hoy, más que nunca, sé que todo lo vivido forma parte de mí. Forma parte de lo que estoy aprendiendo a amar: mi historia. Y sobre todo, de la mujer que estoy dispuesta a ser. No quiero que me recuerden por lo que me dijeron… Quiero que me recuerden por cómo me levanté. Por cómo aprendí a mirar mi reflejo sin miedo. Por cómo me abracé, aún con cicatrices. Porque sí, cada parte de mí —incluso la más rota— vale la pena. Y si tú estás leyendo esto y te has sentido igual, quiero que sepas que tú también vales la pena. Aquí, en El Tiempo del Cuerpo, nos reconstruimos con amor.
Pici Valez
6/1/20251 min read


Contenido de mi publicación